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martes, 6 de abril de 2010

El ansiado regreso a casa


Un mensaje para los padres cuyos hijos regresan de un intercambio (y para esos hijos)
Los Padres Siempre Serán Padres
Estar separados durante un año de su hijo o hija adolescente, pueder ser una experiencia reveladora para algunas familias. A veces, las madres ecuatorianas tratan de resolver a larga distancia hasta el más mínimo problema que sus hijos puedan encontrar, pero terminan complicando las cosas, puesto que los adolescentes tienen sus ideas propias. Las mamás pueden cansarse de repetir a sus hijos que se pongan el abrigo más grueso para salir a la nieve, pero los jóvenes van a estar más preocupados de comprar gafas y pantalonetas, porque lo que realmente quieren es asolearse. Puede que los padres no sean tan comunicativos ni emotivos como las madres, pero también extrañan a sus hijos. Simplemente, tienen maneras diferentes de expresarlo.
Nuestros intrépidos adolescentes quieren ejercitar su independencia, y esperan que sus padres comprendan y respeten este impulso hacia su desarrollo personal. Casi con toda seguridad, van a regresar a casa orgullosos de haber “conquistado el mundo”. Felicitaciones a los padres, por ser tan generosos y confiar en sus hijos, y a los jóvenes, por enfrentarse a los desafíos y tomar riesgos.

Lo que Debemos Esperar
¿Sabían que las expectativas adquiridas por sus hijos en el extranjero son bastante elevadas? Creen firmemente que todos van a estar tan felices de verse de nuevo, que todas las diferencias que pudiere haber entre ellos y ustedes serán pasadas por alto. Los padres tienden a pensar de la misma manera.
En los días previos a que las emociones del regreso se manifiesten, todos van a estar muy entusiasmados. ¡Es fabuloso estar de regreso en casa! Disfruten al máximo estos hermosos sentimientos, y traten de dar la bienvenida más calurosa a su hijo o hija, pues se la merece. El cariño será más fuerte que nunca, porque sin duda un año de separación fortalece los lazos entre padres e hijos. Por lo general, los jóvenes regresan con un mayor sentido de apreciación de su propia realidad y su propia cultura, disfrutando de cada pequeño detalle que antes quizás ignoraban. Dénse la oportunidad de saborear el afecto y la gratitud de su hijo; déjense llenar del auténtico amor de su hija.
Un Recordatorio para el que Regresa
Felicidad, euforia, magia… Al volver a Ecuador, te darás cuenta que los demás nunca han estado tan gustosos de verte, porque ahora todos se interesan por tí. ¡Disfrútalo! Cuéntales todo lo que quieras, en detalle. Enséñales las cartas, las postales, los recortes de periódico, las fotos… Todos van a estar muy interesados en escucharte. Pero, por favor, házlo solamente hasta el tercer o cuarto día, ¿okey?
Por lo general, los amigos y la familia no tendrán la paciencia suficiente para escuchar tus fascinantes historias una y otra vez. La verdad es que te encuentras muy emocionado y entusiasta, pero ese eres TÚ, y todo este entusiasmo puede llegar a aburrir a aquellos que están observando desde afuera.
Lo que los Padres Deberían Saber
Esta situación es particularmente difícil para los padres también. Ustedes saben con toda certeza que están a punto de descrubrir a esta “nueva persona” que regresa de otro país, llena de energía, entusiasmo y amor a la vida. Lo que también debemos comprender es que estos muchachos tuvieron que superar muchos obstáculos para adquirir un nuevo nivel de madurez y autonomía, y que es esencial para sus padres entender esto y respetarlo. Apoyarlos, escucharlos de verdad e interactuar con ellos será esencial.
En cuanto a “escucharlos de verdad”, estimados padres, he aquí un consejo: en vez de sólo oír lo que su hijo diga y expresar acuerdo, traten de escuchar las palabras que no llegan a decirse. Hay una necesidad no expresada detrás de prácticamente todo lo que dicen. Por ejemplo, cuando su hijo les cuente que se sentía feliz de poderse comunicar en forma adecuada con las personas de su país anfitrión, les estará diciendo que se siente orgulloso de haber adquirido un nuevo idioma y espera que ustedes entiendan eso y lo valoren. La mejor manera de escuchar a su hijo o hija, es hacerlo con amor y un corazón abierto.
Los jóvenes pueden haber adoptado algunos hábitos de la cultura anfitriona. El siguiente es un ejemplo no muy raro. Un muchacho de 18 años llamado Gustavo, regresó al Brasil luego de pasar un año en Sydney, Australia. A sus padres les sorprendió que Gustavo se negara a comer el tradicional desayuno brasileño (que incluye sánduches, café, leche, cereal, queso, frutas y jugo de naranja), y que en vez de eso insistiera en prepararse un café latte y mufines de mortiño.
En Brasil, ni hay mortiños, ni es muy común que la gente tome lattes. Y todos desayunan sentados a la mesa, y no van comiendo su desayuno por la calle. El primer día estuvo bien, pues todos estaban felices de tenerlo de vuelta… “¡Que el muchacho nos enseñe lo que ha aprendido!” Pero luego de unos días, la atmósfera en casa no era de las mejores. Gustavo estaba a punto de enloquecer a sus padres, porque no paraba de lamentarse que no podía conseguir mortiños para hornear sus pasteles. ¡Lo que en un principio fue visto como excentricidad, se convirtió en pesadilla! Se quejaba y despotricaba de su propio país por el solo hecho de no producir mortiños.
¡Ah! ¿Y qué podemos decir de los panqueques y huevos revueltos de Gustavo? ¡Podía haber jurado que un desayuno de panqueques y huevos revueltos le da a uno la energía suficiente para todo el día! Pero para su familia, éste no constituía el desayuno más saludable, de modo que toda la familia se vio involucrada en un arduo proceso de negociaciones…
Eventualmente, Gustavo retomó la tradicional dieta brasileña, pero no esperen que su propio hijo o hija vuelva a comportarse exactamente de la misma manera en que solía hacerlo. Va a querer demostrar que es diferente y ha madurado. Tiene una nueva manera de ver las cosas. Estos cambios deben ser aceptados, porque son parte de la personalidad de esta nueva persona. Esto les puede resultar difícil en un comienzo, pero traten poco a poco de observar lo que su hijo o hija necesita, y lo que USTEDES van a tener que cambiar en su propio comportamiento para poderse adaptar.
Un ejemplo interesante es el de una chica de 16 años llamada Carolina. En su propia casa, nunca tuvo que preocuparse de limpiar o poner sus cosas en orden. La empleada siempre se ocupó de hacerle la cama; otras personas le lavaban la ropa, y así por el estilo. Su queja más grave era que su familia la trataba como una niñita, y su opinión no era tomada muy en cuenta. Luego de diez valiosos meses en Alemania, Carolina aprendió lo que significaba ser auto-suficiente, organizada y digna de ser tomada en cuenta.
Las costumbres que había traído de su propio país no encajaban para nada con las de su familia anfitriona. En pocas semanas, aprendió las reglas –tanto las explícitas como las no explícitas—y tomó la decisión de reordenar sus esquemas para hacer frente a todos esos cambios. Al principio fue bastante difícil –siempre es difícil cambiar de comportamiento en tan poco tiempo—pero con valor y paciencia pudo adaptarse, y ocuparse ella misma de todos esos pequeños detalles.
Cuando Carolina volvió, ¡ELLA le enseñaba a la empleada lo que tenía que hacer! Ella mismo podía, con mucha facilidad, ordenar su cuarto, lavar su ropa y manifestar su opinión con absoluta soltura. Sus familiares y amigos no podían creer que pudiera haber cambiado tanto en sólo diez meses, pero de forma muy paciente le permitieron expresar esa nueva faceta. Experiencias exitosas como ésta tienen un impacto muy positivo en la auto-percepción de las personas.
Fue más difícil para su familia darse cuenta que Carolina no era la misma y que, por consiguiente, no podían seguirla tratando de la misma manera que antes. Gracias a su programa de intercambio, su autoestima creció a los ojos de sus familiares y amigos. Los padres de Carolina tuvieron que adaptarse y aceptar su verdadera forma de ser, no la que ellos querían o esperaban que fuese –todavía un poco infantil y dependiente.
Dicho todo esto, esperamos dejarlos con la inquietud de qué mismo es lo que esperan después de un programa de intercambio. Si pudiéramos dar un sólo consejo, éste sería el siguiente: Estén preparados para el resultado de esta gran experiencia. No hay palabras que puedan expresar las distintas emociones que tales cambios producen en nosotros, de manera que manténganse abiertos y dispuestos a intercambiar no sólo experiencias, si no también amor.
¡Bienvenidos de nuevo a casa!

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